EL GRAN HOTEL
El Gran Hotel de Cartagena, una joya del modernismo
Inauguro este espacio con uno de mis lugares favoritos. Decadente, evocador, monumental y majestuoso son algunos de los adjetivos que se le vienen a la cabeza a cualquier espectador que lo contempla por primera vez. Ahora, sumido en su mutismo y hasta condenado al olvido, nada parece recordarnos que, entre sus muros, se escribe una buena parte de la historia de la ciudad en esos fascinantes años de comienzos del siglo XX.
El edificio fue mandado construir por don Celestino Martínez, un importante empresario de la época, residente por entonces en La Unión, el cual solía viajar a menudo a Cartagena para reunirse con socios o para atender cuestiones relativas a sus múltiples negocios. A menudo, el trayecto que había de recorrer entre ambas poblaciones era pesado y fatigoso, se hacía en carreta o carromato o incluso a caballo y llevaba unas cuantas horas recorrer pequeñas distancias. Para más inri, en una de esas ocasiones, arreció una fuerte tormenta que hizo imposible emprender la vuelta a casa y cuando don Celestino trató de reservar en el hotel España, le dijeron que estaban completos. Visiblemente contrariado, el magnate aseguró que eso jamás volvería a pasarle y se afanó en construirse un hotel.
Daba comienzo así la particular historia del Gran Hotel. Si bien la determinación del señor Martínez queda fuera de toda duda, no fueron pocos los obstáculos que hubo de enfrentar. En primer lugar, había que adquirir el solar adecuado, bien ubicado y con trasiego de gentes. Eligió con buen ojo un cruce de caminos en el que confluían la calle Mayor, la calle Kara, la calle del Aire, la calle Honda y la de Puertas de Murcia, todas ellas en torno a la plaza de Prefumo, antiguamente llamada del Pez y hoy, de San Sebastián.
Fueron muchos los avatares hasta que consiguió tener todo en regla para empezar su proyecto. Las obras comenzaron en 1907, bajo la dirección de Tomás Rico, que por entonces era arquitecto municipal. En 1911, sin embargo, a consecuencia de una enfermedad que lo aquejaba, moría don Celestino Martínez, con tan solo cincuenta y dos años de edad.
Posteriormente, no mucho tiempo después, falleció también Tomás Rico, en el año 1912. Este era el arquitecto en quien don Celestino confiaba sin duda, pues a él le había encargado en torno a 1900 su casa de La Merced. En el momento de su muerte, era don Tomás Rico muy joven. Algunos cuentan que murió trabajando en el ayuntamiento, tras una larga noche en la que no se permitió descanso alguno pues había de abordar un encargo municipal. Otros dicen que estaba ya muy enfermo cuando lo sobrevino la muerte.
En todo caso los herederos decidieron dar el proyecto a don Víctor Beltrí, al que siempre se ha atribuido la autoría de la obra. Este fue sin duda el autor del edificio, no solo porque sobre él recayó el peso de la ejecución, sino también porque hay diferencias importantes entre los planos firmados por Rico y los que finalmente se llevaron a cabo.
El establecimiento se inauguró por fin el 29 de febrero de 1916. Tenía siete plantas más sótano, una impresionante cúpula de zinc con forma de bulbo coronada por una veleta, la fachada con piedra artificial llena de adornos como impostas, recercados, guardapolvos, decoración floral, balaustradas modernistas y otros muchos detalles exquisitos. El contraste viene de la mano del ladrillo rojo «caravista» esmaltado que le aporta una singularidad especial. Por último, la magnífica cerrajería utilizada en la entrada, en las barandillas y en otros trabajos de forja completan el conjunto.
El interior no era menos lujoso. Revestimientos de azulejos y cerámicas, el uso del mármol y los artesonados en techos y escocias fueron algunos de los elementos y materiales usados. El Gran Hotel disponía de ascensor, un verdadero lujo, así como de agua caliente, ventilación y saneamiento. Se le dotó también de telefonía, de electricidad y timbres. Tampoco se escatimó en muebles macizos y de calidad que, según la prensa de la época, eran de madera caoba pulimentada, estilo inglés. Sillas, butacas, banquetas, espejos biselados, cristalerías, vajillas y adornos de plata conformaron parte del ajuar del que se consideró el hotel más lujoso de Europa en aquellos años.
En los primeros años en los que se explotó el Gran Hotel fue su director Basilio Irureta, de trato sencillo y amable y que se había formado en la casa Lhardy en Madrid, siendo muy joven. Este tipo se ganó a la sociedad cartagenera que gustaba de tomar el té en sus salones, celebrar sus bodas o acudir a otros acontecimientos y eventos de lo más variado. Desde el mismo momento de su apertura al público hasta el estallido de la Guerra Civil en el año 1936, que tanto se cebó con Cartagena, el Gran Hotel fue protagonista indiscutible de la vida de esos años. Por sus suntuosas habitaciones pasaron personalidades muy diversas: espías como Wilhem Canaris, el actor Enrique Borrás Oriol, el político Manuel Senante, don Miguel Primo de Rivera, el torero Enrique Cano «Gavira» o el escritor Emilio Carrere, fueron algunos de los que se alojaron entre sus muros.
Mis bisabuelos, como los de muchos cartageneros, se casaron en aquel fabuloso edificio, lo que me hace considerar un poco mío un pedacito de su historia. Aquella boda descrita por El Eco y otros diarios de la época, nos habla del lujo y el glamur de esos tiempos de esplendor que tuvo la ciudad en los años veinte.
Es triste ver como todo, por majestuoso que sea, está condenado a desaparecer. El esplendor del Gran Hotel tuvo su momento y pasó y, cabe mencionar que allá por los años 70, una iniciativa de esas que trae consigo la especulación urbanística llevó a que se propusiera su demolición para construir en su lugar lucrativos bloques de apartamentos. Por suerte, imperó el sentido común y el proyecto no se llevó a cabo.
Aun así, cuando paseo por las calles de mi querida Cartagena me invade la tristeza al ver el edificio sin el lustre de otro tiempo, envejecido, dejado, apagado, ignorado y sobre todo, silente.
Si pudiera hablar, cuántas cosas contaría…
Fuentes: wikipedia, Celestino Martinez y el Gran Hotel, de José Manuel Chacón Bulnes y El Eco de Cartagena, hemeroteca del Archivo Municipal de Cartagena.